El 18 de febrero de 1906, nació en Viena Hans Asperger, pediatra que realizó investigaciones y publicaciones sobre niños que padecían un trastorno especial del espectro autista, donde frecuentemente no estaba comprometida la adquisición del habla.
A la consulta acuden muchos niños con dificultades del desarrollo, con diferentes grados y matices de autismo.
Y entre todos los niños con Trastorno Generalizado del Desarrollo, con alguna dificultad del espectro autista, hay tres niños que son espectaculares en sus conocimientos y, en algunas ocasiones en que he estado acompañado de mis alumnos de medicina, porque sencillamente estos pequeños son excelentes profesores de lo que conocen, y mis alumnos de medicina se quedan con la boca abierta al escucharlos hablar con entusiasmo sobre sus respectivos intereses.
Los tres tienen en común que son niños muy precoces al iniciar su aprendizaje, que aprendieron lo que saben sin que los padres se dieran cuenta y que sin asistir al colegio ya sabían leer o contar. Algo más que estos niños tienen en común es que tienden a ser poco sociables, pero que cuando hablan de sus intereses, lo hacen con mucho entusiasmo.
Miguelito es un niño de 9 años que quiere ser paleontólogo, se coloca al centro de los alumnos y les va preguntando por los diferentes tipos de dinosaurios que ellos conocen y salvo alguno, dice que solamente conoce al Tiranosaurio Rex, que han visto en alguna película. Y Miguelito poco a poco va describiendo todos los tipos de dinosaurios y explicando que no se vayan a confundir con algunos animales contemporáneos de los dinosaurios, como los alados pterosaurios o los acuáticos ictiosaurios, que no eran propiamente dinosaurios. Miguelito estira los brazos, mueve las manos, gesticula y trata de imitar a los animales extinguidos hace muchos años, y hablando casi sin tragar saliva, comparte entusiasmado sus conocimientos acerca de los dinosaurios, y de no ser porque hay varios pacientes esperando, Miguelito seguiría hablando de todos los tipos de dinosaurios ayudado por su álbum de figuritas. Mis alumnos se quedan atónitos ante tanto conocimiento.
Iván es un niño de 11 años y desde muy pequeño se interesó por las matemáticas y sus conocimientos por los números lo llevaron a afirmar que todo el Universo se reducía a números. Sus padres le compraban cuadernos cuadriculados por docenas y se ponía a escribir una serie de operaciones matemáticas complejas, que era ayudado por su padre que es profesor de matemáticas, hasta que el niño sobrepasó los conocimientos del padre. La aritmética y geometría fueron muy fáciles para él, al igual que la trigonometría y el cálculo diferencial e infinitesimal. Hacía operaciones complejas mentalmente, casi en el mismo tiempo que me llevaba a hacerla con la ayuda de una calculadora. Conocía muchos teoremas, y valores de números que yo no conocía, me hablaba de los números pi, e, del número dorado, de la serie de Fibonacci. También me hablaba de aquellos triángulos cuya suma de ángulos internos resultaba mayor o menor que los 180 grados de aquellos que regularmente conocemos.
Andrea es la niña de 10 años que conoce mucho sobre física y que habla con gran entusiasmo sobre el más grande físico de todos los tiempos, mucho más que Albert Einstein, según ella, que resultaba ser Stephen Hawking, el que postuló la teoría del Big Bang o de la expansión del Universo. Andrea hablaba de una manera simple sobre todo el espectro electromagnético y en particular sobre la luz y las teorías corpuscular y ondulatoria, y también hablaba sobre las radiaciones cósmicas y de las microondas. Hablaba fácilmente de las aplicaciones de las ondas de radio, cómo es que se funcionaban las radio de onda corta, de onda larga y aquellas de frecuencia modulada.
Y así podíamos estar horas y horas escuchando a estos niños hablar sobre sus temas de interés, y nos sorprenderá saber cómo pueden llegar a saber tantas cosas sobre un tema en específico.
Estos niños tienen en común el desarrollo normal del lenguaje, el interés absorbente por determinados temas y cierta torpeza motora con alguna dificultad para entablar relaciones con niños de su edad, pero esto no significa que sus diferencias los hagan menos que los demás y que sus derechos sean vulnerados, sino que tienen las mismas prerrogativas de cualquier ser humano y su derecho a desarrollarse en libertad.
Esperemos que se oficialice el 18 de febrero como el Día mundial del Síndrome de Asperger tanto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
David Arce
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