María es una mujer de 45 años que acude a la consulta sonriendo y apenas se sienta, se pone seria y me dice, “le pareceré tonta doctor pero vengo porque no me hallo en ningún lugar adonde vaya, no puedo estar ni en mi casa ni en la calle, se me ha quitado el apetito y no puedo dormir”.
Yo la escucho atentamente y asiento con la cabeza preguntándome cuál es el motivo de la consulta.
María sigue dándome una serie de síntomas que aparentemente no tienen conexión: “me agarra palpitaciones y como que se emburuña el corazón, paro como zonza, todo el día se me da por mirar en la lejanía y hasta los vecinos se han dado cuenta. Me dan mareos y ni mi chichita puedo tomar porque me dan vinagreras que se me suben por todo el guargüero”.
Le vuelvo a preguntar por el motivo por el cual viene a la consulta y me dice: “Ni yo misma me lo creo doctor, mi marido y yo llevamos más de 30 años de arrejuntados, no nos hemos casado porque él no quería, pero ya nuestros siete hijos nos estaban animando a casarnos, y desde este enero último me sale con que se ha ido con una pespita”.
“Yo vivo con mi hija la tercera, y me dice que no me preocupe, que ya regresará, pero yo no creo que regrese, ni quiero que lo haga, porque le he agarrado una tirria que ni escuchar su nombre puedo, el facineroso se ha ido de la casa, pero el día que quería llevarse nuestras cosas me puse como una leona en la puerta y no lo dejé sacar nada”.
“Mi hijita piensa que su padre va a regresar porque ella no sabe que él ha sacado los pies del plato más de tres veces que yo me haya enterado, sino que yo me hacía la sin asunto. Nunca le reclamé nada. A él le gustaba la jarana”.
Y le pregunto: ¿Qué edad tiene la buenamoza?
“Uy doctor, ni me lo va a creer, mi esposo tiene la misma edad que yo, 45 años, y ahora se ha metido con una mujer que tiene 76 años, en el barrio donde vive le llaman la viuda negra porque ya lleva enterrados a cuatro maridos, y seguramente que mi marido va a ser el quinto. Hace una semana, sin querer lo vi, porque esta taxeando en una moto que la hemos comprado entre los dos, y lo he visto tan viejo como si le hubieran aventado 40 años encima”
“Seguramente que se está descuidando para parecerse en edad a la mujer. Y trabaja más que cuando vivía con nosotros. Y tengo ganas de ir a quitarle la mototaxi, esa moto la compramos entre nosotros dos. Él me hacía vender carne por todas las calles de Chulucanas, yo iba con el balde de carne en la cabeza y la balanza con las pesas de a libra en la otra, me quedaba hasta ronca por andar
gritando que me gastaran mi carnecita, y ni siquiera comíamos bien, todo lo juntábamos para comprar la dichosa moto”.
“Ahora se ha ido con esa vieja porque le gusta bailar y emborrarse, seguramente que también le hará sus cochinaditas, yo nunca he salido a bailar con mi marido, seguramente por eso se fue, porque le gustan los bailes y le gusta tomar su chicha, y esa mujer se arregla, se pintarrajea, se pone aretes de oro, se pinta los labios, de la mala vida es, pues”.
“Mi hija me dice mamá anda a visitar a mis hermanos en Lima y descansa, y la verdad doctor que tengo sentimientos encontrados, lo odio con toda mi alma por lo que me ha hecho, pero me agarra las madrugadas esperándolo, pienso que en cualquier momento se va a aparecer silbando pidiendo que le sirva un café, como antes”.
“Y desde enero que se ha ido, no le encuentro sentido a la vida, no tengo ganas ni de levantarme ni de jugar con mis nietitos, me quedo llorando toda la noche, pero igual en cualquier momento se me salen las lágrimas y no puedo parar, les digo a mis hijos que una champita se me ha metido en los ojos”.
Después de escucharla diagnostico un Trastorno de adaptación y le digo que acuda a Psicoterapia con el psicólogo del Hospital de Chulucanas y que además tome un antidepresivo. Me despido con un fuerte abrazo, mientras María se seca las lágrimas con esperanza.
Separación de pareja - Por el Dr. David Arce
0 comentarios
Posts a comment