martes, 28 de abril de 2015

Agujeros Negros - Por el Dr. David Arce

aspergerMathías es un niño de 6 años 6 meses que viene de Oxapampa. Su madre es docente y enseña en el mismo colegio donde estudiaba Mathías.


“Estoy muy asustada doctor. Ya no sé qué hacer. Este año no lo he puesto al colegio, solamente le voy a enseñar en casa. No me importa que se jale o que repita de año. Lo que me importa es que sea feliz y que tenga una vida normal”.


“Yo soy profesora y he visto muchos chicos diferentes, pero mi hijo es distinto. Yo misma he sufrido algunas dificultades por tener un hermano que de niño era parecido a mi hijo, era un niño muy inteligente y se mostraba soberbio con los demás y los tildaba de burros cuando no respondían al maestro”.


Mathías vino a mediados del año pasado con su padre, cuando tenía cinco años y no hablaba nada. Sus padres pensaban que era mudo. Y a veces estaba tan distraído que parecía sordo. Sexto de seis hermanos.


En ese tiempo el padre dijo: “Lo traemos porque no habla, tiene problemas de conducta, no nos podemos comunicar, cuando quiere algo y no le entendemos hace berrinches tan fuertes, que si encuentra a una persona, cualquiera que sea, cerca de su lado, la masacra. No suelta ninguna palabra. No quiere ir a su jardín. Solamente tiene amigos inquietos, si encuentra niños tranquilos, se aísla. No le llama la atención los juguetes. Le gusta jugar a prender y apagar las luces, a abrir y cerrar los caños, le gusta el color negro, le gusta jugar con las cucharas. La vez pasada hizo un círculo con las cucharas, ordena los fósforos, y en vez de armar su rompecabezas, solamente ordena las piezas en fila”.


A fines del año pasado, la madre de Mathías vino muy contenta porque “el niño había empezado a hablar de corrido, como si siempre hubiera hablado. Y le gustaba contar cosas e imaginaba muchas cosas y empezaba a contar historias de cuando tenía tres años, que pensábamos se la habían contado sus hermanos mayores”.


Y esta vez la madre viene asustada porque “ahora ha salido con que le gustan los agujeros negros, por todos lados encuentra agujeros negros, en las paredes, en las calles, hasta en la casa tiene su carpeta vieja con un hueco, y no le miento doctor, se puede quedar mirando el agujero por horas. Además su hermana le ha enseñado a contar en inglés y él ha aprendido sin conocer los números. Tiene memoria fotográfica”.


Y el niño, con su vocecita aguda, como un pequeño profesor, me empieza a explicar sobre los agujeros negros, “son estrellas que se han contraído tanto, que su fuerza de gravedad es inmensa y no dejan escapar ni siquiera la luz”. Me dice que existen infinitos agujeros negros y que dentro de cada agujero negro se está generando nueva vida. Me explica sobre la relatividad del tiempo y del espacio, que el Universo no es como lo creemos que es plano y extenso, sino curvo y lleno de espirales, que


algún día se podrá viajar a otra galaxia aparentemente muy lejana, pero como el espacio es curvo, un agujero puede empalmar con otro agujero y pasar a lo que aparentemente es otra dimensión, pero que no es otra si no que es la misma que se está alejando de nosotros y que a la vez se está acercando.


La madre me mira y me dice: “ya ve doctor, esas cosas me asustan, pero lo que más me asusta es que no puede controlar sus impulsos, se frustra rápidamente y no quiero que su vida sea un desastre, quiero que sea feliz, que tenga una novia, se case y que tenga hijos; no lo veo solitario e infeliz para su futuro”.


Le explico que entre las posibilidades diagnósticas está el Síndrome de Asperger, le brindo información y me quedo pensando en Mathías y en los muchos niños parecidos a Mathías que últimamente están viniendo a consulta.



Agujeros Negros - Por el Dr. David Arce

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