miércoles, 27 de agosto de 2014

La Hija Pródiga - Por el Dr. David Arce Martino

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Magnánima es una joven de 26 años, de profesión enfermera, con estudios de Postgrado en Neonatología y en Cuidados Intensivos Neonatológicos. Tercera de siete hermanas. Terminó la secundaria a los 15 años. Estudió en una Universidad Particular y a los 20 ya estaba titulada con excelentes calificaciones. A los 22 años se alistó en una Organización No Gubernamental de Ayuda a los niños con frío en Puno, adonde viajó en el año 2010 sin recibir pago por honorarios, sin seguro médico y vendiendo un terreno que sus padres recién le habían cedido como anticipo de herencia. Desde muy niña había dado muestras de solidaridad y sensibilidad humanas. Compartía su lonchera con las niñas pobres de su salón y muchas veces regresaba a casa sin abrigo por haber regalado su chompa a alguna niña desamparada. Igual lo hacía con sus libros y hasta con sus zapatos. Embargada de pena se detenía a preguntar a los pordioseros cuál situación los había llevado a mendigar.


En la primera entrevista afirmó que había realizado sus estudios para probarse a sí misma que ella podía estudiar lo que quisiera. No le gustaba el sufrimiento humano y muchas veces lloraba a mares con los padres en los pasillos de los hospitales, inclusive cuando no lograba canalizar una vena en los neonatos.


Es por eso que decidió no realizar actividades de enfermería hospitalarias. Quiso desempeñarse en labores administrativas y en actividades extrahospitalarias. Es voluntaria de la Cruz Roja, del Rotaract, de los Bomberos, y desde hace seis años es activista convicta y confesa de la Parroquia de su jurisdicción, ayudando especialmente a las celebraciones para las Navidades. Los que la conocen dicen que tiene una energía sin límites, que llena de alegría los ambientes por donde ella pasa.


Pero desde hace cuatro años, cuando sufrió un accidente de carretera cuando regresaba de la ciudad de Puno, sintió que su vida había cambiado en su interior. Hacia afuera seguía siendo la misma Magna de siempre, alegre y contenta, dadivosa y humanitaria. Aun cuando llevó collarín durante tres meses por lesiones en la columna cervical, hacía bromas a todas las personas con las cuales se encontraba. “Mis amigas me dicen no solamente me he fracturado el cuello, sino que también las manos y los bolsillos. Y es que no puedo tener dinero en mi cartera, siempre me lo paro gastando. Muchas veces mi padre me ha dado para pagar la Universidad y teniendo la preocupación del pago, he pasado por algún Centro Comercial y me han dado ganas de entrar y de comprar cosas que en ese momento me parecían indispensables, y cuando llegaba a casa con las cosas, me daba cuenta que no las necesitaba y terminaba regalándolas. Hubo una oportunidad en que pedí una docena de zapatos y mis hermanas tuvieron que darme prestado para pagar mis deudas. Vengo porque no puedo dormir, y Oh maravilla, al día siguiente me siento normal como si hubiera dormido bastante. Mis hermanas se han quejado de que me estoy volviendo muy irritable, por cualquier cosa me molesto.”


Magnánima se empieza a reír y le pregunto de qué se ríe y empieza a contarme de una amiga que “se parece mucho a mí, que también es bombera y que salimos juntas a películas de terror y a hacer turismo de noche por los cementerios de Lima y hace poco me contó que estaban enterrando a su tía en el Cementerio de Sechura y seguramente el cajón en que la llevaron era de muy mala calidad que cuando la estaban bajando el cajón se rompió y el cuerpo se cayó al hueco, nadie la ayudaba y ella solita, como es enfermera, se metió al hueco a sacar a su tía. Me contaba que no sabía qué hacer. Todos se quedaron sin hacer nada, y esa escena me da risa”.


Y casi al instante, pareciera que de tanta risa Magnánima se pone a llorar, pero ahora se está acordando de sus enamorados que perdió, que ninguno cumplía con los requerimientos que ella se había imaginado. Y se pone a llorar amargamente porque piensa que ella fue, en todas las situaciones, quien se asustó de sus relaciones y terminó con sus enamorados.


Sus padres y sus hermanas, que acuden con ella, coinciden en que últimamente está muy irritable, que no ha dormido en diez días y que en la última semana ha estado regalando todas sus cosas a los vecinos.


Aunque no está muy convencida de que necesita iniciar tratamiento, lo hace para complacer a sus familiares.


Pienso que es cuestión de tiempo para que Magnánima vuelva a ser la de siempre, feliz y sin molestias.


David Arce



La Hija Pródiga - Por el Dr. David Arce Martino

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