martes, 11 de diciembre de 2012

La Resiliencia. - Por David Arce Martino

La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas. Los profesionales de la salud y de la educación nos encontramos, en nuestro quehacer cotidiano, con personas o grupos de personas, que viven situaciones de tragedia o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Sin embargo, la realidad nos muestra que no sólo las superan, sino que salen renovados, creativos y hasta optimistas de esas encrucijadas. La Resiliencia tiene tres componentes esenciales que son:

• la noción de adversidad, trauma, riesgo o amenaza al desarrollo humano,

• la adaptación positiva o superación de la adversidad, y

• el proceso que considera la dinámica entre mecanismos emocionales, cognitivos y socioculturales que influyen sobre el desarrollo humano.

Resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Como dicen los hermanos de la puna, el puma solo retrocede para saltar.

La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un medio insano. Estos procesos tendrían lugar a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. De este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños nacen, ni que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso interactivo (Rutter, 1992) entre éstos y su medio, en un momento determinado del tiempo.

Muchas veces las adversidades pueden ser el tipo de violencia que vivimos, como la violencia Familiar, el maltrato Infantil, las violaciones, las guerras fraticidas, los desastres naturales, los desastres nucleares, las discriminaciones, el bullying que está de moda y que es el nombre que se le ha dado al acoso escolar, al maltrato de escolares por los mismos compañeros de clase, que antiguamente llamábamos, que lo agarraban de lorna, de punto. Muchos de estos niños pueden hacer depresión y algunos hasta se suicidan. Pero, estoy convencido que uno de las formas más grave de violencia es la pobreza, como hace poco lo dijera nuestro ExMinistro de Salud Uriel García. La pobreza ha hecho que muchos peruanos y en especial muchos chulucanenses nos volvamos resilientes. Capaces de absorber las calamidades de la vida y hacernos más productivos. Si del cielo nos llueven limones, en vez de ponernos a llorar, aprendemos a preparar limones, y por qué no, podemos preparar hasta un riquísimo cebiche de caballa.

Cuando yo me vine a estudiar a Lima, tuve un compañero de estudios que decía: yo vivo en los barracones del Callao. Y nos invitaba para amanecernos a estudiar en su casa. Y nos decía: me esperan en la Comisaría Alipio Ponce y desde allí caminábamos unas cuadras con dirección al mar y veíamos con temor cómo iban cambiando de apariencia las casas y las personas que caminaban por la calle. Parecía que nuestro grupo que estaba disperso se iba estrechando aún más hasta que llegábamos a caminar a un solo paso como un solo hombre. La gente que estaba con los brazos cortados, mirada ida, saludaba a nuestro amigo, y nos miraban con respeto. Ya dentro de su casa nos sentíamos seguros con sus padres que nos atendían con mucho amor. Seguramente que nos miraban hambrientos porque sin preguntarnos nos servían comida y nos dejaban que estemos cómodos. Vengan a ayudarnos a la cocina nos decían y nosotros ayudábamos y nos sentíamos parte de la familia, como hermanos.

Luego su madre nos contaría que él había querido ser sacerdote y que estuvo en un Seminario. Al parecer ese no fue su camino y se hizo médico. Yo en ese tiempo me preguntaba cómo es que en los Barracones del Callao, donde vivía rodeado de gente que en esos momentos la pasaban mal, que necesitaban hacer cosas ilegales para seguir sobreviviendo, cómo es que mi amigo se salvó de ser como ellos. Y ahora recién lo entiendo, es por su capacidad de resiliencia, la capacidad de sobreponerse a la adversidad lo que lo impulsó a no ser uno más del montón y sobresalir de esa adversidad.

Ya después lo he visto muchas veces realizando labores sociales, como por ejemplo, me decía: enseñarles a leer y a escribir a unas chicas que estaban consolidando una agrupación de Trabajadoras del Hogar, y en ese tiempo todavía no se les llamada así, solamente les decían muchachas, cholas, natachas, empleadas. Después lo veía con unos amigos que necesitaban ayuda en la rivera del Río Chillón, y para allá se iba. También recuerdo que trabajaba apoyando a una congregación religiosa que tenía una casa que albergaba a trabajadoras sexuales, donde les daban comida y cariño. Y que no les obligaban a nada ni les decían que dejaran de hacer lo que estaban haciendo. Y poco a poco como por arte de magia, las chicas fueron aprendiendo otros oficios y se dedicaban a criar a sus hijos realizando otro tipo de trabajos.

Nunca debemos olvidar que hemos sobrevivido a muchos gobiernos nefastos, a muchas calamidades y a una gran guerra entre hermanos. Por lo tanto somos sobrevientes y resilientes. Todos los hermanos chulucanenses, por más difícil que nos parezca la situación, tenemos la esperanza de que nuestro mundo, nuestra vida, va a cambiar para nuestro bien. Así lo deseo, con mucho cariño, con mucho amor.

David Arce.

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