Este domingo 10 de marzo, más de cuatro mil chulucanenses participaron
en la Gran Marcha
por la Vida , la Justicia y la Honestidad. El
evento fue una oportunidad para que la población de a pie de nuestro Chulucanas
hiciera un llamado a viva voz por la paz, y para que levantara también la voz
contra los que han matado la tranquilidad que siempre caracterizó a nuestra
amada Chulucanas, contra los que usando el terror como arma y la extorsión y el
asalto como prácticas nos han robado ese tiempo edénico en el que uno podía
caminar tranquilo por la calle sin
importar la hora que fuese, y hasta dejar la puerta a la calle abierta de par
en par sin que nadie te robara o dañara a tus seres queridos.
Pero así como hay asesinos que arrebatan la vida de las personas y matan
la carne, como los que asesinaron a Samuel Rosas, también hay otros “asesinos”,
aquellos que día a día matan la posibilidad de un Perú mejor. Tal vez contra
ellos también deberíamos marchar uno de estos días.
Una marcha, por ejemplo, contra los jueces corruptos que han matado la
posibilidad de un país mejor para sus propios hijos; y para los nuestros
también, por supuesto.
Una marcha contra los que mataron una ilusión que ellos mismos
engendraron: que Chulucanas volviera a ser un lugar seguro, y que llegaron al
poder acaballados en la promesa de poner orden y ofrecer seguridad a los votantes,
y ahora se lavan las manos como Pilatos; aunque prometieron exhibir una
honestidad que hasta ahora nadie ve.
Una marcha contra los políticos que, hace rato ya, mataron la política
como mecanismo noble que busca y consigue el progreso de los pueblos y la
sembraron de mentiras y demagogia, hasta lograr que la política hieda y,
además, como buitres que se acostumbran a la rapiña tienen la desvergüenza de
pretender que los volvamos a elegir.
Una marcha contra los mineros irresponsables que matan la belleza limpia
de nuestros páramos y nos contaminan a todos, y también a nuestros hijos que
aún ni nacen.
Una marcha contra los que matan las leyes y sabotean las reformas que
deberían apuntalar la democracia y las convierten en trampas a su favor y usan
la revocatoria como mecanismo de revancha política.
Una marcha contra los publicistas que han matado nuestra rica diversidad
racial, y nos muestran todos los días en la televisión un Perú excluyente que
niega nuestra realidad autóctona.
Una marcha contra los que han matado el mérito y el talento como
requisitos para ingresar a aportar a las instituciones estatales y han impuesto
el padrinazgo, el compadrazgo y la recomendación, y han convertido a los
partidos políticos en agencias de empleo.
Una marcha contra las empresas de transporte que han matado desde hace
mucho en Chulucanas el derecho a la tranquilidad de los vecinos y se han adueñado
de pistas y veredas, imponiendo el reino del caos y la contaminación ambiental
y acústica; mientras que los que llegaron al poder con la promesa de construir
el terminal que necesita la ciudad viven ajenos a todo ello.
Contra estos asesinos de la verdad, la decencia, la dignidad y la
justicia, pronunciémonos y digamos junto con el gran Vallejo: “Hay, hermanos,
mucho por hacer”.
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