El adiós fue duro y largo para los hijos y esposa de don Guido Raffo Varona, quien después de más de 60 años de lucha se vio vencido más por el tiempo, que nada perdona, y por las dolencias corporales, que por las negativas y eternas promesas de que los altopiuranos verían ya el agua prometida.
En ceremonia solemne, don Guido Raffo Varona, el "Moisés del Alto Piura" como ahora se le ha nombrado de manera oficial, se despidió de su casa en la calle Ica y de las avenidas que tantas veces recorrió con el firme pensamiento de una mejor vida para los altopiuranos.
Al compás de "Viejo, Mi Querido Viejo", don Guido era llevado hasta la municipalidad de Chulucanas, para recibir un homenaje póstumo por el inquebrantable amor a su pueblo que lo vio nacer un 29 de junio de 1925, en La Encantada.
SU CAMINO. Al pasar por las calles, en los rumores de "yo soy tu sangre mi viejo... soy tu silencio y tu tiempo", más y más gente, entre vecinos y agricultores, se sumaba para acompañar al "Moisés del Alto Piura", entre llantos y ruegos para que su batallar diario no muera y continúe aún con mayor fuerza.
Con su mirada y mientras recibía la Medalla de la ciudad de Chulucanas, su esposa Violeta Maritza Risco Calla se preguntaba por qué su Guido, su fiel amigo y compañero, se alejó de su lado.
SU ALMA. Una vez terminado ese homenaje, los nietos de don Guido lo condujeron hasta la Catedral Sagrada Familia, en la que su inseparable amigo y también luchador por los altopiuranos en el ansiado proyecto para irrigara el Alto Piura, monseñor Daniel Turley, ofició la santa misa, destacando el valor humano y altruismo que desbordó el patriarca del Alto Piura, anteponiendo a sus intereses y a los de su familia, los intereses del pueblo, que gemía por las tierras resecas y polvorientas, pues desde niño conoció el sufrir de los agricultores, convirtiéndose así en un luchador infatigable.
En su recorrido al cementerio Divina Misericordia, diversos gremios, sindicatos, asociaciones y más agricultores lamentaban inmensa pérdida... Chulucanas se desbordaba de dolor por el hombre que dio la vida por ella, y que ya no pisaría más ni las calles ni la tierra reseca ni el agua que siempre quiso ver correr en el Alto Piura.
"Cuando un luchador muere, nunca muere", se oía a la entrada de su última morada, y el "Moisés del Alto Piura", reflejado en las lágrimas de cada agricultor, de cada chulucanense, de cada hijo y nieto, triunfante acogía su nuevo hogar, pues ahora le ha tocado un lugar y un camino eterno, desde donde esperará que su ejemplo sea vertido en cada mente y en cada corazón altopiurano para continuar su lucha, no sólo por el proyecto de irrigación sino por la vida y tranquilidad de sus habitantes, pues como ya había dicho, no se trata sólo de agua, sino de vida... Vida que dio por su pueblo.
HOMENAJES. Y mientras esperaba, impaciente, por ocupar su nuevo eterno hogar, más homenajes póstumos llegaron para don Guido Raffo.
La municipalidad de Piura le otorgó la Medalla de San Miguel de Piura, y el gobierno regional lo nombró "Gran Oficial", por ese sacrificio que a cada segundo de su existencia puso para tratar de que los agricultores vieran el agua prometida en sus tierras.
Con el vals Chulucanas que tanto amó, lo mismo que su tierra, una de sus nueras lo despidió cantando, grabando a fuego en la mente de los presentes el duro adiós para un gran padre y luchador.
"Padre, mi capacidad de soportar las tensiones tiene su límite, y estoy llegando a él.... Sólo quiero pedirte perdón por no ser el hombre que tú quisiste que fuera", despidió así finalmente Alejandro Raffo Risco a su padre, el hombre que jamás desmayó en su intento de cambiar las caras de los agricultores por sonrisas de una mejor vida. (diario Correo)
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