lunes, 9 de julio de 2012

A la maestra, con cariño (y al maestro también)

Por el Dr. David Arce Martino - Chulucanense

Lejanos están los tiempos en que andaba y desandaba el camino que me conducía a mi primera escuela, a la que acudía con pantalones cortos y cargando una pizarra de piedra, que casi cada semana se me quebraba. Allí, armados con tiza y un borrador de trapo íbamos dibujado nuestras primeras letras que ahora ya las escribo desdibujadas y sin que nadie me pueda entender. Mi primera Maestra fue Doña Juana Távara de Guerra, que con cara y actitud sería nos enseñaba las primeras letras. No sé porqué todos le teníamos miedo, seguramente porque se tejían y destejían un montón de historias, de muchos niños desmayados en la formación, de niños castigados arrodillados sobre granos secos de frejol de palo, de fuetazos en la mano pelada. Yo, personalmente, nunca vi ese tipo de castigos, aunque siempre escuchaba comentar a otros niños. Y es que Doña Juana Távara casi no tenía sonrisa, nos enseñaba con el ejemplo. Como era la directora del Colegio Niño Jesús de Praga era la primera en abrir la puerta y la última en irse. Se sentaba en un gran sillón y desde allí con voz seca nos iba enseñando a dibujar la letra Palmer, que yo nunca aprendí a dibujarla bien.

Comenzábamos el día rezando y luego cantábamos canciones que yo ya creía olvidadas, pero que ahora que estoy recordando a mi vieja maestra, las estoy volviendo a tararear como si nunca las hubiera olvidado. Me gustaba la canción con la que empezábamos el año escolar que era: “Cual bandadas de palomas que regresan del vergel, ya volvemos a la escuela anhelantes del saber. Ellas vuelven tras el grano que las ha de sustentar, y nosotros tras la idea que es el grano intelectual. Saludemos nuestra escuela con cariño y gratitud, que ella guarda el faro hermoso que la mente baña en luz. Ni un momento la olvidemos en los meses de solaz; nunca olvida la paloma su querido palomar”. Y de acuerdo a cómo pasaban los meses el cancionero cambiaba, los de los primeros años todavía necesitábamos ver la letra, hasta que cuando estábamos en los últimos años, ya nos la sabíamos de memoria. Además de estas canciones, también estaban las canciones religiosas y al Santo Patrono Niño Jesús de Praga con el mundo dorado en la mano. Doña Juana Távara era muy prolija en la limpieza del uniforme escolar y también de nuestros cuerpos, nos revisaba las uñas, las orejas y hasta los cuellos de las camisas. Así aprendimos a ser limpios. Y también no todo era estudio y tareas. Todos los días, desde el inicio del año escolar íbamos juntando una moneda para el cumpleaños de la directora, que llegada la hora era la fiesta más luminosa donde cada niño comía muchos dulces y hasta sobraba para llevar a casa. Era el día en que demostrábamos todo lo que habíamos aprendido en los ensayos para declamar, bailar o para hacer una pequeña obra de teatro. Recuerdo también que teníamos una tarjeta de ahorros, de tapa rosada, donde íbamos colocando todo lo que íbamos ahorrando y que al final del año escolar se nos devolvía lo ahorrado. Así aprendimos a ahorrar.

Creo que así empezó este peregrinar en el mundo del aprendizaje donde poco a poco fui teniendo maestras y maestros. En la primaria solamente tuve maestras, hasta mi hermana María y mi hermana Norma fueron mis maestras porque ellas enseñaron en la Escuela Niño Jesús de Praga. Más tarde, en quinto de primaria tendría de maestro al Profesor Jorge Lozada, y a muchos más que sería muy difícil de nombrarlos en este pequeño tiempo.

Lo que sí es importante es reconocer todas las enseñanzas que nos brindaron, el sacrificio que realizaron para que nosotros podamos aprehender, no solamente los conocimientos, sino también las buenas costumbres, la forma de convivir entre nosotros y la manera de tolerarnos. Aquellos primeros profesores, de cuando íbamos dos veces al colegio y los sábados en las mañanas, cuyas primeras enseñanzas calaron muy hondo en nuestras actitudes que se convirtieron en parte fundamental de nosotros mismos. Ellos y los actuales maestros, muchas veces se llevan trabajo a casa para poder hacer eficiente su labor.

Es por eso que ahora, un poco retrasado, quiero felicitar a todos aquellos maestros y maestras que en su afán de instruir no solo a los niños del Perú, sacrifican mucho de su tiempo y de sus familias, para lograr que el fuego eterno del conocimiento no se apague y que aquellos niños que un día fueron, con el tiempo aprendan a ser sus propios maestros.

El pasado 6 de Julio en el Perú se celebró el Día del Maestro, en conmemoración de aquel 6 de julio de 1822 cuando se fundó la Primera Escuela Normal de Varones del Perú.

Reciban mis más sinceras felicitaciones los maestros y maestras que están forjando un Perú mejor.

0 comentarios

Posts a comment

 
© Chulucanas Noticias
Designed by Blog Thiết Kế
Back to top