martes, 10 de abril de 2012

El Autismo - Por el Dr. David Arce Martino

Una joven madre trae a consulta a su único hijo de 4 años mencionando que todavía no habla, y que solamente señala las cosas con el dedo cuando quiere algo. Dijo que quiso llevarlo al nido al inicio de este año escolar pero que no medía sus fuerzas y les hizo daño a dos niños. A uno lo mordió y al otro lo empujó con mucha fuerza. Apenas entró al consultorio y se quedó balanceándose en un rincón. No miraba al rostro ni buscaba la mirada. La madre seguía hablando de las cosas que había logrado el niño y cuando le pregunté cómo es que no se había dado cuenta de que el niño no tenía un desarrollo normal, me respondió que no lo había llevado al Control del Niño Sano y que, como era muy pequeño, el año pasado, cuando cumplió tres años, no quiso llevarlo al nido de tres años, porque le pareció que era muy pequeño.

Ya en dos oportunidades lo habían invitado a fiestas infantiles y se limitó a estar solo en un rincón. Cuando el payaso se acercó para hacerlo participar, el niño empezó a chillar y no paró hasta que estuvieron de nuevo en casa. El niño, en el consultorio empezó a mirar cómo el ventilador daba vueltas y se quedó así casi todo el tiempo de la consulta. De vez en cuando se emocionaba y saltaba y aplaudía, además de mover rápidamente sus manos como si fueran alitas. Al terminar la consulta el diagnóstico estaba hecho: el niño tenía un Trastorno Generalizado del Desarrollo, más conocido como Autismo. Y precisamente el pasado 2 de abril se celebró el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo. Para que la población tome conciencia de la existencia de personas con este tipo de enfermedad, que en algunas partes del mundo afecta a una persona por cada 150 personas. Y esto varía de acuerdo a los criterios diagnósticos usados en diferentes partes del mundo. 


Lo cierto es que cada día tenemos más pacientes diagnosticados de este tipo de mal. Algunos piensan que se debe a un aumento de los casos y otras personas piensan que se está diagnosticando algo que antes no se hacía y que no era detectado a tiempo. Actualmente no se sabe con certeza qué es lo que lo causa. Y como toda enfermedad orgánica o psíquica, se postula una causa múltiple. No existe una causa única, es la combinación de varios factores. Se ha atribuido el autismo a intoxicación por mercurio, especialmente a aquellas poblaciones que tienen altos porcentajes de mercurio en su medio ambiente. 

También se ha culpado a las vacunas: un médico hasta publicó un artículo diciendo de que algunas vacunas producían autismo. Los estudios posteriores no pudieron aseverar este hecho y cuando se reveló que el médico que hizo tal aseveración tenía intereses financieros para desacreditar la vacuna, el Reino Unido le retiró la licencia de médico y éste ya no ejerce más. También se ha postulado causas obstétricas, problemas del nacimiento, a la forma de crianza del niño, a la falta de cariño por parte de los padres y muchas otras causas más. Puede haber varias teorías, pero no se conoce a ciencia cierta qué es lo que lo produce. Lo importante es saberlo diagnosticar en una forma temprana para poder intervenir directamente en el niño, en sus padres y hasta con sus maestros de la escuela. 


Aunque el Autismo no se cura, sí se puede realizar una intervención temprana, estimulación y tratamiento del lenguaje con resultados positivos. Además de poder distinguir aquellos niños que sí se pueden beneficiar con tratamiento farmacológico, para algunas conductas no deseadas como por ejemplo la agresividad hacia otros niños, o la hiperactividad en algunos de ellos. Mientras más conocemos algo, menos le temeremos y así seremos más humanos. A veces, cuando no conocemos algo le tememos mucho y reaccionamos con desprecio y a veces con agresividad. Espero que después de esto nos sensibilicemos un poco más hacia aquellos que están sufriendo alguna enfermedad mental, en este caso: el autismo.

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