martes, 16 de diciembre de 2014

El Síndrome de Túpac Amaru - Por el Dr. David Arce


TUPAC


“Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto”


Micaela Bastidas



Durante el último XIII Encuentro Internacional de Escritores Manuel Jesús Baquerizo realizado en los últimos días de noviembre pasado en nuestro pueblo de Chulucanas, tuve el agrado de conocer a muchas personas muy interesantes involucradas con la Vida, con la Literatura y con todas las Artes en general. Me quedé con el dulce sabor esperanza de las numerosas personas conocidas y una de las que me llamó la atención en especial, fue Don Humberto Lozano Torres, que durante todas las ponencias estaba haciendo bocetos de caricaturas de los ponentes y asistentes, es una persona con muchas ganas de expresarse y de conversar. Nos encontramos en el evento y caminamos por las calle Libertad, y por ratos nos parábamos en una esquina y luego reanudábamos la marcha camino al Centro Pastoral, hasta que nos dio el alcance nuestro amigo Christian Sandoval quien nos pidió que nos subiéramos a su mototaxi. Y nos quedamos cerca de una hora conversando sobre su pasión por el teatro, por el dibujo, la pintura y los retratos. Casi en penumbras me enseñó su cuaderno de apuntes y directamente de su cámara fotográfica las numerosas pinturas al óleo que realizaba. Me dijo que se levantaba temprano en el Centro Pastoral con el canto de los chilalos, de las soñas, que para él eran solamente pájaros, el canto del gallo y algún rebuzno a lo lejos, y que en un rapto de éxtasis, la naturaleza tomó su pluma y trazó un poema sobre el amanecer en Chulucanas. Un hermoso poema.


En el Teatro de Chulucanas tronó la voz colorida de un Humberto Lozano Torres que no era de este mundo, traía con él una legión de ancestros que pugnaban por salir en forma ordenada y sonora a través de sus palabras, cuando recitó el poema de nuestro poeta Alejandro Romualdo: “Canto coral a Tupac Amaru, que es la Libertad”. Este hermoso poema sintetiza lo sucedido a Túpac Amaru II, cuyo verdadero nombre era José Gabriel Condorcanqui, quien luego de una rebelión fallida fue ajusticiado delante de su familia, en la Plaza del Cusco, un 18 de mayo de 1781, allí le ataron sus extremidades a las cinchas de cuatro caballos para desmembrarlo y se cuenta que su esposa Micaela


Bastidas dijo dolorida: “Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto”. Y al no poder descuartizarlo, recurrieron a los hachazos para que sirviera de escarmiento a los demás que quisieran rebelarse ante la Corona española.


En realidad este Síndrome de Túpac Amaru no existe en psiquiatría, pero durante la aclamada presentación de Humberto Lozano Torres, no podía dejar de pensar en los numerosos niños que atiendo a diario tanto en el Hospital Almenara, como algunos en Puerto Nuevo del Callao o en nuestro mismo pueblo de Chulucanas. Un gran porcentaje de los niños que son traídos a la consulta de psiquiatría, en realidad requieren un buen tratamiento a los padres. Y cuando leo el Canto Coral a Túpac Amaru, que es la Libertad, me acuerdo de un grupo especial de niños, cuyos padres están separados, separándose o en proceso de divorcio, y están en plena lucha donde los luchadores colocan en medio, cual pequeños tupamarus a sus propios hijos, unos pidiendo la tutela, otros pidiendo la visita, se inmiscuyen los tíos, los padrastros, los abuelos y los abogados. Y también nuestro sistemas Fiscal, Policial y Judicial. Y lo peor de todo esto que cada padre les cuentan a su manera “su” versión de los hechos, “tal y como sucedieron”: tu madre me fue infiel no con uno sino con varios, tu padre es un borracho que se mete con chibolas, ten cuidado que el padrastro no te vaya violar, que la madrastra no te agarre de empleada doméstica de tus hermanastras, hijita linda, preciosa, conmigo tendrías todo, susurran las abuelas que quieren volver a criar hijos y que se creen con los derechos suficientes para separarlas de sus padres y criarlas “como debe ser”. Todos o casi todos insertan recuerdos no sucedidos en los cerebros de los niños, creyendo que así se los van a ganar, que se van a ganar el cariño.


Es por eso que muchas veces me demoro un poco y les explico que los padres podrán pelearse entre ellos, podrán separarse entre ellos, pero nunca se divorciarán de los hijos. Que la mejor manera de enfrentar este problema es dejar de jalar por su lado al niño o niña y que se sienten a conversar como adultos, no en la felicidad pasajera de ellos mismos, sino en el futuro de un ser humano que está quedando en la faz de esta tierra y que verá cosas que nosotros los antiguos nunca veremos, un ser humano saludable, un ser con Salud Mental, un Ser en completa Paz, Armonía y Libertad.



El Síndrome de Túpac Amaru - Por el Dr. David Arce

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