martes, 17 de diciembre de 2013

Procrastinación - Por el Dr. David Arce

procrastinating


Lúcida es una paciente de 17 años que cursa el segundo semestre de Arquitectura. Acude a consulta porque tiene dificultades en los cursos y porque está dudando de su vocación profesional.


Me dice que ha desaprobado casi todos los cursos del primer semestre salvo uno: Lógica. Para el segundo semestre solamente podía llevar el curso de Filosofía y lo aprobó porque le gustaba. Dice que en esta tercera matrícula se ha vuelto a matricular en todos los cursos del primero, pero que ahora que se ha dado cuenta de que está volviendo a tener la misma actitud que la llevó a desaprobar los primeros ciclos. Ella es una chica procedente de Arequipa y sus padres le han alquilado una habitación con pensión cerca de la Universidad. Los ojos se le humedecen diciendo que extraña mucho a sus padres y que se siente muy sola aquí en Lima.


“Yo salgo de la pensión, que está muy cerca de la Universidad, pero en vez de ir directo a mis clases, lo primero que hago es leer los diarios del quiosco y cuando observo que me hice tarde para mis clases, entonces tomo el primer bus que pasa, abro un libro y me pongo a leer hasta el último paradero. Me bajo y vuelvo a regresar. Cuando tengo clases todo el día, me voy al centro de Lima, camino por la Plaza de Armas y luego vengo caminando por toda la avenida Arequipa, que tiene más de 50 cuadras, hasta el centro de Miraflores y dependiendo de la hora, camino por la avenida Benavides y llego a mi habitación a pie. Muchas veces tomo un bus desde Miraflores hasta Surco que es donde vivo. La señora que me alquila la habitación no se da cuenta, mis padres tampoco, porque me llaman a una hora determinada y siempre estoy a esa hora. De lo contrario me llaman al celular. Los únicos cursos que he aprobado son porque me han gustado, los demás, como los Talleres, Matemática, Expresión arquitectónica y las actividades artísticas y deportivas los he desaprobado más por las tareas que nos han dejado que por los cursos en sí mismos. Casi no tengo muchos amigos en el salón y estoy muy aislada.”


Entonces le pregunto por varias actividades que realizaba desde niña y me dice que nunca ha estudiado en el colegio pero que ha sacado el segundo puesto a nivel general, sin estudiar, solamente con escuchar las clases. Que siempre le ha desagradado la obligación de estudiar, que cuando le decían que debía leer una obra, no lo hacía, y sin embargo cuando alguien la entusiasmaba diciendo que iba a disfrutar de la lectura, lo hacía de corrido, y así había leído un montón de libros. Para ella tenía un significado diferente que le dijeran “ponte a estudiar una obra”, que “ponte a leer una obra”. Lo primero lo sentía como obligación.


“Desde niña me he levantado con gran entusiasmo pensando en arreglar mi cuarto, ordenar mis libros, empezar los cuadernos en limpio, pero nunca tenía unos cuadernos en limpio, solamente tenía los borradores, allí copiaba todo en una forma desordenada. Cuando me levantaba pensando en arreglar mi cuarto me sentaba en el pollo de la casa y me podía pasar tres horas mirando los girasoles y las abejas y colibríes del jardín. Y si no era por mi mamá que me llamaba para tomar desayuno podía estar casi todo el día allí sentada.”


“Me he dado cuenta que cuando me siento obligada a hacer una cosa, como que algo me detiene y no hago nada. Por ejemplo, cuando empecé la Universidad y me dejaban tareas, me abrumaba tanto que al final decía más tarde las haré, y llegaba el día y no las hacía, pedía mayor tiempo para entregarlas y de nuevo no las terminaba hasta que se cumpliera el plazo. Parecía como que yo ya sabía mi límite, sabía que tal o cual tarea podía hacerla en una hora, entonces, empezaba a revisar mis libros, o la computadora y gastaba el tiempo en otras cosas y casi al final terminaba mi tarea. Mientras eso sucedía me sentía agobiada y abrumada por la responsabilidad y no disfrutaba ni el libro ni la actividad que me distraía. Primero estaba indecisa, postergaba hasta más no poder el inicio de algo tedioso y las hacía cuando ya no tenía mayor remedio que hacerlas. Durante todo este tiempo que demoraba el proceso me sentía inmovilizada”


Cuando le hablo sobre la procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición, que es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables, Lúcida abre los ojos y me dice que eso es exactamente lo que le ocurre a ella. Entonces le digo que la Procrastinación no es una enfermedad, sino que es un síntoma que mucha gente lo tiene y que juntos averiguaremos en qué consiste su caso.



David Arce.





Procrastinación - Por el Dr. David Arce

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