martes, 5 de noviembre de 2013

Salud Mental: Encopresis - Por el Dr. David Arce

tema9aFabián es un niño de diez años, que fue traído a consulta por sus padres hace tres meses, por presentar dificultades en la evacuación de sus heces.


Ya lo había examinado el pediatra, el neurólogo pediatra y el gastroenterólogo pediatra, y todos ellos habían llegado a la conclusión de que su problema no era de origen orgánico, que no había ninguna enfermedad que explicara el que, de un momento a otro volviera a defecar en sus pantalones. De esto hacía más de un año y ya se hacía insoportable la situación en el colegio.


“En realidad, nosotros estábamos separados, –dicen los padres–, pero ahora, como nuestro hijo se ha puesto mal, nos hemos dado una nueva oportunidad para el bien de nuestros hijos. Ellos son cuatro y casualmente hace un poco más de dos años que decidimos separarnos, y el que más se ha resentido es Fabián, claro que su hermanita Sofía de doce años ha bajado un poquito en sus notas, Mario de dieciocho años pareciera que está en malas compañías, y Miguel, de veinte años, nos mintió diciendo que estaba yendo a la Universidad, pero le descubrimos que se estaba gastando la plata jugando unos juegos por Internet llamados Dota, menos mal que nos dimos cuenta a tiempo porque ya nos habían hablado de ese juego y sabíamos que se trataba de la Defensa de los Ancestros”.


Durante las entrevistas que tuvimos con Fabián, nos enteramos que una vez, cuando tenía seis años, y que no sabía cómo es que se acordaba exactamente del día, porque no era un día especial, pero sí veía claro que ese día, a pesar de estar en invierno, salió sol, y sus padres se pusieron a discutir desde muy temprano, tomó apurado su desayuno y salió casi sin despedirse. Ese día, de repente, resultó que se había hecho la deposición sentado en su carpeta, que él sintió que se le había venido el excremento, pero que no se movió ni hizo nada por vergüenza, luego el compañero del costado empezó a mover la nariz, y poco a poco los demás compañeros lo fueron señalando hasta que se acercó la profesora y él se puso a llorar mientras la profesora, lo agarraba fuerte del brazo y lo llevaba al baño. No quería regresar al salón de clases. La profesora hizo que se limpiara con agua fría, y que tirara el calzoncillo. Él se moría de miedo pensando en qué le iba a decir su mamá cuando se enterara que había tirado el calzoncillo nuevo. El pantalón del uniforme estaba un poco húmedo y manchado y cabizbajo, y sin decir nada durante el resto de la clase, regresó a su carpeta ante la mirada burlona de todos sus compañeros. Eso fue una sola vez, pero hace más de un año ya se estaba haciendo la deposición en los pantalones casi todos los días. La mayor parte de las veces era de forma involuntaria, pero se había dado cuenta de que a pesar de que tenía ganas de ir al baño, él se decía un ratito más, y con el juego se olvidaba, y resultaba muchas veces manchando y otras con bastantes heces.


Fabián decía que antes le había dado mucha tristeza de que sus padres se separaran, pero que ahora ya no le importaba mucho, que más bien cada día vivía con el miedo de que de un momento a otro se volvieran a pelear, cuando parecía que se llevaran de las mil maravillas.


Al entrevistar a los padres, me dijeron que no solamente sucedía en el colegio, sino que también pasaba en la casa y algunas veces cuando lo llevaban a pasear a algunos juegos. Que se sentían muy culpables y que trataban de complacer en todas sus cosas a sus hijos. Fabián pasaba dos horas diarias en Internet, cuando el acuerdo había sido de media hora para que realizara sus tareas. Y eran justamente en esas dos horas que Fabián se contenía las ganas de defecar y luego se hacía en sus pantalones.


Entrevistamos a la familia entera, los hijos dieron sus puntos de vista, y sin necesidad de recurrir a la medicación, Fabián mejoró rápidamente. La intervención fue básicamente en los padres, se hicieron conscientes de que si decidían volver a juntarse como pareja, era básicamente por ellos mismos, más que por los hijos. Y lo principal de todo es que volvieron a tomar el poder de padres, que lo habían perdido al ser tan permisivos y al sentirse culpables. Volvieron a poner normas a los hijos y a ellos mismos, horarios para realizar sus actividades, que todos iban cumpliendo. Especialmente Fabián, que iba al baño, con ganas o sin ganas, tres veces al día: después de desayunar, después de almorzar y después de cenar, y que apenas sintiera ganas de realizar las deposiciones, dejara de hacer lo que estaba haciendo y que fuera inmediatamente al baño.


Entonces nos quedamos con la satisfacción de que no siempre se utilizan medicinas para tratar algún trastorno en psiquiatría y que la palabra, como antaño, tiene el poder de curar, para el que tiene oídos para escuchar.


David Arce.





Salud Mental: Encopresis - Por el Dr. David Arce

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