martes, 4 de diciembre de 2012

El Poder del Pensamiento - Por David Arce

El primero de diciembre se ha celebrado el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA y desde el año 1988 en que se celebró por primera vez, esta enfermedad ha cobrado 25 millones de muertes, considerando que la población mundial actualmente está en poco más 7 mil millones de habitantes, es una cifra considerable. Y de toda esa población, hay una gran cantidad de niños, de parvulitos, como les conocemos en Chulucanas.

Ya sabemos que esta enfermedad es producida por un virus que muta, que cambia, que tiene varios tratamientos de acuerdo a cada persona y que con el tratamiento adecuado las personas pueden tener una tasa de sobrevivencia elevada y además una buena calidad de vida.

Sin embargo no debemos dejar de lado los aspectos psicológicos que conlleva esta enfermedad.

Durante mi vida profesional he visto a diferentes tipos de personas sobrellevar esta enfermedad. Desde aquellos que sin tener la enfermedad, ni siquiera el contagio, llegan a pensar que la tienen y aunque parezca irreal estas personas van teniendo los mismos síntomas que han escuchado o leído. Se van adelgazando, presentan diarreas, y hasta fiebres. Y es tanto el temor a realizarse la prueba que poco a poco se van adelgazando. Y este tipo de pensamiento negativo también causa muertes. El mismo hecho de pensar que están enfermos hace que sus defensas bajen rápidamente y en verdad hacen un síndrome de inmunodeficiencia pero no originado por virus, sino por un virus mucho peor: la creencia de que se está enfermo.

Este tipo de personas evita en lo posible cualquier ayuda médica y ya sea por temor o por vergüenza, no acuden a ninguna posta o a ningún grupo de ayuda Mutua, donde puedan ser escuchados.

El poder del pensamiento es tan potente que muchas veces podemos enfermarnos como también podemos sanarnos.

Cuando yo estaba estudiando medicina, a veces no nos alcanzaba el tiempo para estudiar y teníamos que llevar las partes del cuerpo humano para estudiarlos en nuestras casas. Yo vivía con mis hermanos. Y de vez en cuando nos visitaban amigos de Chulucanas. Empezaba la década de los 80 y mi padre, Manuel Arce, envió a vivir con nosotros a un ahijado, un excelente ceramista chulucanense que nos acompañó durante varios meses. Mis compañeros de estudios venían a estudiar a nuestra casa y traían consigo una pierna, un cerebro, un ojo. Terminábamos de estudiar y por supuesto que los guardábamos debajo de la cama o en una alacena. Un día, por el apuro, solamente tapamos con un papel el frasco que contenía el ojo que estábamos estudiando y nos fuimos a la calle. Al poco rato llegó mi amigo el ceramista y por curioso levantó el papel y se asustó tanto al ver el ojo que lo estaba mirando que buscó rápidamente sus zapatos debajo de la cama y se asustó más al ver que allí teníamos un cerebro y una pierna. Después me contó que se le cortó la respiración, se le aceleró el corazón, que le sudaban las manos y quería salir corriendo de allí, como que le pesaban las piernas y quería avanzar, y le parecía que algún ánima le jalaba desde atrás. Esa noche, por más que hice que sacaran todas las cosas debajo de la cama y que se las llevaran a la casa de otro compañero de estudios, mi amigo no pudo dormir. Me dijo que su mamá le había contado que dormir con muertos nos va secando, nos va enflaqueciendo y que nos van robando el alma. Y poco a poco nuestro querido amigo fue adelgazando, hasta que se vino a Chulucanas, donde fue rezado, santiguado, llevado a las Huaringas donde le devolvieron el alma. Meses después, cuando regresó, cada vez que iba a dormir miraba debajo de la cama para asegurarse de que no había nada extraño.

Y yo creo que mi amigo podía haberse muerto al ir secándose poco a poco, porque así era el poder de su pensamiento. Este mismo amigo se enteró que su esposa estaba embarazada cuando a él mismo le venían las náuseas y le venían antojos inverosímiles, como por ejemplo que se le antojara un cebiche de caballa a las tres de la mañana y no parara hasta conseguirlo. Su esposa llevó la gestación tranquilamente, en cambio él, llevó la barriga con todos sus estragos.

Y la mente, en muchas personas puede sanar o enfermar a la persona. Aún estando dormidos, hay algo en nuestro cerebro que nos protege y que nunca duerme. Muchas veces decimos mañana voy a despertarme a las seis en punto y sin poner alarma nos despertamos a la hora exacta. O la madre que acaba de tener a su hijo, que está muy cansada y se duerme aún haya un baile con Armonía 10 al costado de su casa. Aún con tanta bulla ella se queda dormida, pero apenas se queje el ñaño, ella se despertará.

Es por eso que yo estoy convencido de que aquellos que se enferman y que inclusive que se agravan pensando que están enfermos, pueden sanarse colocándose en este lado de la realidad, pensando que un simple análisis es mejor, que conocer la verdad es mejor que ignorarla y que dejar la basura debajo del petate no es la mejor forma de limpiar la casa. Yo creo que mucha gente que está pensando que está infectada o que está enferma, puede acercarse a la Posta más cercana, dejar de lado los prejuicios y realizarse la prueba correspondiente para ir en busca de la verdad. La verdad nos hará libres.

No permitamos que la cifra de muertes por esta enfermedad siga incrementándose cada día solamente por el puro desconocimiento o negación de la realidad. Yo conozco a personas que han tenido resultados positivos al virus y que ya han transcurrido 20 años y ni siquiera están tomando medicamentos, porque llevan una vida saludable. Y concurren a sus terapias y a sus Grupos de Ayuda Mutua. Esperemos que muy pronto los científicos encuentren la cura para esta enfermedad, pero por ahora, nos queda cuidarnos nosotros mismos.

David Arce.

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