Es la necesidad compulsiva de salir a divertirse sin control todos los días libres a lugares, fiestas o reuniones habituales en compañía del círculo de amigos conocidos o desconocidos para los familiares; principalmente, durante la noche y con frecuencia hasta el día siguiente. Esta adicción presenta las siguientes manifestaciones:
• Invención de múltiples excusas o pretextos para salir a divertirse todos los fines de semana y los días feriados en compañía del círculo de amigos adictos al desenfreno social. Es más frecuente en jóvenes “celebra todo”, sin motivación para triunfar que viven aburridos el día a día, sin un proyecto de vida a realizar: “estar en nada”.
• Conflictos reiterados con la familia porque ella se opone al exceso de salidas, juergas o amanecidas en las cuales uno o más de sus miembros se refugian para llenar el vacío espiritual y cesar el aburrimiento, evadiendo a los suyos. Se habitúan a pasar todos los días libres sin familia.
• Pasada la juerga dedican todo el día a dormir. Así, se acostumbran al margen de su familia.
• Otras veces la familia, inconsciente del problema, apoya ingenuamente dichas salidas. Entonces, el libertino la manipula, la domina y abusa de ella. Se adueña de la situación y asume el poder en perjuicio del grupo familiar.
• Tensión familiar antes de los días libres por la previsible salida o escape de uno o más de sus miembros adictos a la juerga.
• Inquietud, insomnio e irritabilidad del juerguero enfurecido porque no lo dejan salir: angustiado.
• Desvelo de la familia esperando el retorno a casa de uno o más de sus integrantes, esclavizados al placer de la vida noctámbula.
• Imaginación del juerguero poseída por el escenario de diversión y su círculo de amigos. Se moviliza de un lado a otro en su casa vociferando cual “diablo enjaulado”.
• Manifiesta estar estresado y que necesita relajarse, que nunca lo dejaron divertirse, que si ahora no lo hace “¿cuándo lo voy a hacer?”: dice estar aburrido en su domicilio.
• Amigotes lo llaman por teléfono o lo buscan desde el jueves o viernes. Se apresura a contestar las llamadas, los mensajes por celular o los correos electrónicos.
• Mentiras o coartadas para salir a la calle burlando la alerta familiar, sin importarle nada.
• Salida rauda o escape a escondidas, arriesgando la propia vida si no le dan permiso: fuga.
• Otras veces, pasa directamente de su centro de estudios o centro laboral a las fiestas, peñas o encerronas sin llegar a su domicilio.
• Retorno en estado de ebriedad en la madrugada, de amanecida o a avanzadas horas del día siguiente.
• Regresa con expresión facial furiosa para evitar el regaño familiar: “carota”.
• Ingreso subrepticio al hogar o uso del soborno (regalos, comida, ropa) para atenuar su falta y evitar la amonestación familiar.
• Reacción violenta o furiosa cuando se le amonesta por sus incesantes salidas: “no me comprenden”, “déjenme ser”, “¿Quién me va a devolver la vida que estoy dejando de vivir?”, dice.
• Duerme todo el día luego de la trasnochada. En los días de juerga vive de noche y duerme de día.
• Lleva doble vida. Mentiras sistemáticas acerca de lo que hace fuera de casa los días de juerga, apartándose de su familia.
• Derroche de dinero. Dilapida el sueldo, propinas o ahorros. Irresponsable en extremo. Manirrota.
• Si es estudiante pide dinero con el pretexto que lo necesita para adquirir material de trabajo, textos o pagar a los profesores.
• Continuos endeudamientos, venta de bienes personales o de sus familiares para solventar sus fiestas, viajes por días libres, campamentos, playas, conciertos o discotecas.
• Los días de juerga se incrementan progresivamente e incluye días laborales de la semana: “se va de boleto desde el jueves hasta el lunes”.
• Consumo excesivo de licor. También, uso de tabaco, cocaína, éxtasis o marihuana que él niega cínicamente, encolerizándose. Afirma que lo calumnian o que tiene todo bajo control.
• Maneja vehículos en estado de intoxicación, sea por drogas legales o ilegales, exponiéndose temerariamente a accidentes de tránsito con graves secuelas físicas e incluso con pérdida de la vida. Luego, niega todo.
• Asume que es su vida, que nadie tiene derecho a interferir en ella. Apaga el celular o no contesta llamadas, a fin de no ser ubicado por sus familiares para que ellos ignoren lo que está haciendo.
• Se muestra insensible e inconsciente de la preocupación familiar motivada por su vida libérrima y disoluta.
PREVENCIÓN DE LA ADICCIÓN A LA JUERGA
Es responsabilidad de la familia iniciar acciones en previsión de la aparición de este trastorno adictivo entre sus miembros, que puede conducir a la persona a consecuencias imprevisibles y funestas.
I. Promoción de la Salud Espiritual
• Desarrollar espiritualidad plena en el seno familiar.
• Hacer vida familiar con amor.Ejercer autoridad real en el hogar.
• Mostrar paradigmas familiares educando con el buen ejemplo.
• Estimular la actitud proactiva y triunfadora en aras de la felicidad.
• Practicar la flexibilidad con límites claros
• Orientar a los familiares en la resolución de problemas personales y toma de decisiones.
• Modificar conductas inadecuadas, previa comprensión de las faltas cometidas.
II. Prevención
• Ejercer control racional de la vida de los familiares fuera del hogar.
• Establecer responsabilidades en el hogar, horarios de juego, esparcimiento y salidas a reuniones.
• Realizar esparcimiento sano los días libres involucrando a toda la familia.
• Conocer las amistades y el entorno social de los miembros de la familia.
• Priorizar la comunicación humana auténtica sobre la comunicación electrónica, apagando los equipos en los momentos de encuentro familiar.
• Suprimir la sobreprotección, rigidez, represión familiar y el libertinaje de los hijos.
• Erradicar toda forma de maltrato verbal y no verbal, principalmente el castigo físico.
• Priorizar los vínculos afectivos y espirituales sobre los premios materiales o hedonistas.
III. Manejo Familiar
• Indagar lo que hace el familiar sospechoso en su otra vida (la oculta).
• Dejar de ser “ciegos” y afrontar el problema del exceso de salidas con determinación.
• Ignorar la victimización del juerguero.
• Aceptar que él puede estar al comienzo de una enfermedad adictiva.
• Suprimir la logística del desenfreno compulsivo: suministro de dinero, tarjetas de crédito, pago de deudas, vehículos, equipos electrónicos, uso de departamentos y libre disponibilidad del bar del domicilio.
• Buscar ayuda médica especializada en adicciones.
• Comprometer a toda la familia en la recuperación de la normalidad de la vida familiar.
• Evitar situaciones y escenarios tentadores que comprometan la recuperación del familiar adicto a la juerga.
Autor: Martín Nizama-Valladolid*
0 comentarios
Posts a comment