Ese día, David Arce Martino, estará ofreciendo su libro "Cuentos para Eva" a S/. 20.00, al mismo tiempo que los estará autografiando. Habrá un Brindis ofrecido por el autor y además bocaditos dulces y salados.
En esta ocasión David Arce comparte el Prólogo de un Poeta Chulucanense Marco Martos, Presidente de la Academia Peruana de la Lengua, y Director de la Escuela de Postgrado de Lengua y Literatura de la UNMSM:
Prólogo
La vida es una caja de sorpresas, y la universidad es otra, y la literatura es la caja más sorpresiva.
Hace unos pocos años conocí a David Arce, médico nacido en Chulucanas, Piura, en las aulas de San Marcos, cuando él estaba llevando unos cursos de literatura. De inmediato tuvimos afinidad porque ambos venimos de la misma zona del Perú y a mí me llamó la atención su lenguaje, rara mezcla de norma culta de las ciudades, con un vocabulario amplio y castizo, característico de la cultura popular de Piura. Espontáneo, extrovertido, dicharechero, era el estudiante más popular del salón y me costó mucho trabajo acercarlo a las rigideces de los textos de investigación en humanidades.
Ese tiempo pasó, como todo, y mantengo con David Arce, la cercanía de la paisanía y el afecto por las formas de hablar y por las costumbres de Piura. Ahora me acerca su libro "Cuentos para Eva" y me veo en la perentoria obligación amical de comentarlos brevemente. En estos relatos está presente, lo dicho líneas arriba del propio autor: un manejo suelto de la norma culta del Perú, una presencia del lenguaje del campo y, sobre todo, algo que conociendo al autor se puede adivinar: una desbocada imaginación. Los breves cuentos de David Arce no hacen distinción entre el estado de vigilia y el ensueño, entre los seres humanos y los animales, entre los seres que caminan y la naturaleza viva y palpitante.
En una primera lectura pudiera parecer que este manojo de cuentos está dirigido a los niños, en una segunda, podríamos creer que son los adultos, los destinatarios naturales, pues los cuentos nos dejan pensando sobre el destino de la especie humana, y en una tercera lectura podemos llegar a otra concepción: se trata de cuentos para niños de diez a ochenta años, puesto que ahí están los ingredientes de la loca fantasía que aman los niños y que conservan los verdaderos lectores de literatura y está la meditación profunda que caracteriza a la edad provecta. David Arce no es un escritor profesional, es un "amateur" en su sentido más prístino: alguien que ama la literatura y que la escribe porque le nace del fondo del alma.
No responde a ninguna exigencia editorial, como aquellas que atormentan a los novelistas, responde a los reclamos de su propio corazón y, sin duda, a las vivencias inolvidables de la infancia, esa patria querida de la que nos han desterrado, según Ernesto Sábato. Saludo estos cuentos de David Arce, que son su segunda entrega literaria, y le deseo a su autor una larga relación con la literatura.
Marco Martos
Un Ángel llamado Eva / por Jack Farfán Cedrón
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na atmósfera de situaciones fantásticas recorre el nudo conductor de estos simples relatos, que bien puede paladear un niño como un adulto en retiro. La veta luminosa del mágico-realismo diseminada por David Arce en su primera novela-cuentario, La casa de los cachorros, ya desplegaba esa herencia de un mundo aparte, macondiano, sucedido en la ruralidad norteña de Chulucanas.
Esta vez, Eva, una extraña mujer de origen checo, amante de las mariposas y los sueños atrapados en ese cuento en reposo que es la fotografía, recorre el hálito emplumado de la trama de relatos, sueltos por la sola evocación de las variaciones intermedias con que una obra enfrenta los comienzos abiertos, ficticios. Mientras afuera, hacia el lector creado, el cese del viento no amaina; amenaza con entrar un ángel que ha vencido la timidez y ha planeado interponerse entre un médico atareado con las procelosas responsabilidades laborales metropolitanas de Lima, la horrible, y la duende de sus inspiraciones, Eva. Pero, entre la niebla que retorna puertas, patios con gentes esparcidas, el sesgo de un soplo narrativo trae personajes que levantan el velo fantástico, de objetos que cierran el paso estremecedor a toques gravitantes en que sacarle el jugo fantástico a la trama narrativa es tarea de noctámbulos al acecho de historias pequeñas, viñetas, y hasta el desliz de una tierna despedida, como augurando el proceso extinto de las personas queridas, el último cierre de recuerdos mejores, tras las quietas fijezas dibujando en sus niñas al amigo que se queda a buen recaudo de la memoria nuestra, cuando las visiones se van y queda una risa extinta.
Cuentos para Eva, de David Arce, es el acercamiento memorial de los pequeños mundos vividos justamente para anular fronteras entre buenos amigos; sernos tan cercanos entre los hombres más distanciados por la tecnología y las diferencias mundanas, como los personajes de toda literatura que merece vivirse, saborearse con una sutil y agridulce fantasmagoría, mientras se lee como un mapa personal del cuerpo, la historia que pudo haberse soñado para un dios-narrador que jamás olvidaremos.
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