“…es el recuerdo eterno de los años bellos de mi juventud, es el alma que canta, el corazón inquieto por volver a ti, es la avenida Grau, el puente viejo y la picantería, es el calor de amigos, es el calor de Piura, es el calor de amor…”
(Extracto del vals “Rosal viviente” de Miguel Ciccia Vásquez)
Nuestra gastronomía regional tiene en el restaurante “Chulucanas” a uno de sus más altos exponentes. Representa a una ciudad norteña, provincia de Morropón, en el departamento de Piura, ubicada a 50 kilómetros al este, a una altitud de 120 msnm. Famosa por su cerámica, el mango, sus limones y mujeres bellas. De allí la comida típica, de insumos oriundos, acompañada de hospitalidad exclusiva de “un chef de cuchara de palo y olla de barro, pero con mucho amor” (como él mismo se define). Singular deferencia en la atención que refleja la idiosincrasia del peruano del norte: dicharachero, sencillo, chispeante y muy humano como es Pablo Abramonte Orozco.
Entre ollas
“Del mar el mero y de la tierra su carnero, amén de productos frescos, así es Chulucanas amigo fiero”, nos dice el inspirado anfitrión amable, mientras en el local de 100 mt2 suenan valses, tonderos y marineras que hacen acogedor el ambiente. “Pongo el alma en esta sazón que entrego de corazón a mis comensales locales e internacionales. Será por ello que regresan a degustar el cebiche de mero, los tamalitos verdes, el arroz con pato, el seco de chavelo, el cabrito, la cachema frita o el estofado de pato” añade el especialista.
Consultado por sus inicios, nos cuenta que la gente distinguía su atención y agradable comida en “La Cabaña”, “Los Pinos”, para luego establecerse en Lima sufriendo la estafa de CLAE, que lo llevó a trabajar desde las 4am de manera ambulatoria para los comerciantes paisanos y público del Mercado de Frutas. “Las ollas y sartenes fueron mi única compañía, testigos de mi llanto por la dureza y tristeza de comenzar de cero para mi familia y mis hijos” comparte conmovido don Pablo.
“Del mar el mero y de la tierra su carnero, amén de productos frescos, así es Chulucanas amigo fiero”, nos dice el inspirado anfitrión amable, mientras en el local de 100 mt2 suenan valses, tonderos y marineras que hacen acogedor el ambiente. “Pongo el alma en esta sazón que entrego de corazón a mis comensales locales e internacionales. Será por ello que regresan a degustar el cebiche de mero, los tamalitos verdes, el arroz con pato, el seco de chavelo, el cabrito, la cachema frita o el estofado de pato” añade el especialista.
Consultado por sus inicios, nos cuenta que la gente distinguía su atención y agradable comida en “La Cabaña”, “Los Pinos”, para luego establecerse en Lima sufriendo la estafa de CLAE, que lo llevó a trabajar desde las 4am de manera ambulatoria para los comerciantes paisanos y público del Mercado de Frutas. “Las ollas y sartenes fueron mi única compañía, testigos de mi llanto por la dureza y tristeza de comenzar de cero para mi familia y mis hijos” comparte conmovido don Pablo.
“Mala rabia” elegida
Desde entonces, el “Chulucanas” no será un restaurante 5 Tenedores pero se impone en el distrito gastronómico de Lince, por sus manjares como la mala rabia para la Semana Santa venidera; con esa identidad de estilo piurano, bien peruano.
Desde entonces, el “Chulucanas” no será un restaurante 5 Tenedores pero se impone en el distrito gastronómico de Lince, por sus manjares como la mala rabia para la Semana Santa venidera; con esa identidad de estilo piurano, bien peruano.
Luis Pardo Altamirano
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