domingo, 23 de enero de 2011

Perfil del Presidente del Perú por Dr. Martín NIzama Valladolid

MARTIN NIZAMA VALLADOLID, 1964

Natural de Chulucanas, el doctor Martín Nizama Valladolid, estudió primaria en la Escuela 1600 -Juan Palacios Pintado- de su tierra natal y en el Centro Escolar No. 21 -Ignacio Sánchez- culminó su primaria. Fue interno becario en la Gran Unidad Escolar San Miguel, plantel centenario en el que concluyó su secundaria. Presidió la Promoción 1964 Raúl Porras Barrenechea. Dirigió la huelga sanmiguelina que acabó con los abusos del instructor Juvencio Villegas Chávez.

Sanmiguelino por antomosia, el doctor Nizama Valladolid creó en 1977, la Asociación Sanmiguelina en Lima, institución que agrupa a los exalumnos del viejo plantel piurano, residentes en la capital de la república.

Estudió medicina en la Universidad Nacional de Trujillo y se doctoró en psiquiatría en la Universidad Cayetano Heredia. Es docente de este centro superior de estudios y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha trabajado en el Larco Herrera y en la Clínica San Martín de Porras. Ha sido Director del Instituto Nikeyo Noguchi, donde actualmente presta sus servicios profesionales.


Después de haber conocido un poco la vida del Dr. Nizama queremos compartir el siguiente articulo enviado hasta nuestro correo.

PERFIL DEL PRESIDENTE DEL PERÚ

Autor: Dr. Martín Nizama Valladolid*

El Perú ha accedido al s.XXI con buenos auspicios y la historia le ha impuesto un reto que compromete lo más elevado de la conciencia cívica nacional, cual es consolidar la democracia para asegurar el desarrollo sostenible. En abril del 2011, 18´713,679 peruanos elegirán en comicios generales al próximo presidente Constitucional de la República que sucederá al actual gobernante, Alán García Pérez (2006-2011). Este hecho es una muestra de gratificante continuidad democrática que hace una década, con grandes expectativas, inició el extinto Valentín Paniagua Corazao, quien juramentó (22/11/2000) como presidente interino del Gobierno de Transición Democrática, tras la estrepitosa caída y fuga al Japón del dictador Alberto Fujimori Fujimori (1990–2000), quien renunció por fax a la presidencia de la República (19/11/2000) y actualmente se encuentra preso, condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad. Continuaron esta primavera democrática, Alejandro Toledo Manrique y Alan García Pérez, sucesivamente.

La década de gobiernos democráticos (2000-2010), ha sido muy alentadora para la incipiente democracia peruana, en cuyo seno se profundiza el sentimiento de peruanidad y la identidad nacional, las cuales impulsan vigorosamente al Perú emprendedor, en la esforzada ruta hacia la cristalización de su fundado sueño de ser un país desarrollado.

Cabe recordar que en sus 179 años de vida republicana, el Perú ha tenido más gobernantes militares que civiles, lo cual demuestra ausencia de protagonismo histórico de la civilidad, debido a la recurrente e inconstitucional intervención de las Fuerzas Armadas en el gobierno; así como a las defecciones seculares de la clase política nacional, dedicada a medrar, más que a liderar el desarrollo nacional. Con razón el maestro sanmarquino Jorge Basadre afirmó que en el Perú existe clase dominante más no clase dirigente.

De otro lado, la partidocracia, caracterizada por la manipulación de las cúpulas partidarias, la ausencia de una auténtica democracia interna, prevalencia creciente de la cínica ideología de la mentirocracia y el enquistamiento vitalicio de caudillos y caciques mesiánicos, han contribuido a castrar el desarrollo de una clase dirigente e impedir la formación de una conciencia democrática en el país, lo cual constituye el caldo de cultivo del paternalismo, la inmadurez y la escotosis (oscurantismo mental) de vastos sectores del colectivo nacional, sumidos en la pobreza, pobreza extrema, anomia (caos), fundamentalismo (extremismo ideológico), violencia e inseguridad ciudadana y en el cáncer metastásico de la corrupción, lo cual hace pensar que el Perú huele a pescado podrido. ¿Hasta cuándo peruanos de abajo?

Consecuentemente, no obstante el crecimiento y la competitividad evidentes, el Perú se encuentra atascado en el pantano del oscurantismo mental, el subdesarrollo socioeconómico, en la repulsiva corrupción institucionalizada, la desesperanza y la masiva pérdida de valores en vastos sectores de la población; sin que la clase política nacional en el poder haya sido capaz de ofrecer respuestas alternativas al recurrente avasallamiento golpista; el mismo que es consumado por cúpulas castrenses ganadas por la codicia, la soberbia, el hambre de poder y al margen de su institucionalidad, pervirtiendo su rol protector de la nación. Cabe señalar, sin embargo, que esta actitud antidemocrática ha menguado desde que se concedió el derecho a voto a los miembros de las fuerzas armadas.

Para el próximo proceso electoral por la presidencia de la República, existen 27 partidos y agrupaciones políticas nacionales y regionales inscritas en el padrón electoral y se anuncian más de una docena de candidatos con aspiraciones presidenciales. Igualmente, se prevé una campaña electoral infernal, signada por la patología de la guerra sucia, en la cual todo vale. El electorado estará muy disperso, desorientado y talvez decepcionado de una contienda que lejos de ser una sana confrontación de propuestas de gobierno y debate político esclarecedor, se convierte en una guerra fraticida. ¿Qué ejemplo dan los políticos a las nuevas generaciones?

Con todos estos lastres a cuestas, ha llegado el momento de revertir este designio fatalista de nuestra historia. La actual coyuntura política es propicia para aplicar un corte transversal; puesto que no es digno que se continúe con el estigma de que el Perú tiene el Presidente que se merece. Los peruanos de comienzos del tercer milenio urgen de presidentes con un perfil personal, político y humano paradigmático, como a continuación se intenta esbozar:

Salud Mental

Los peruanos necesitan tener la seguridad que quien sea electo Presidente de la nación goce de una acreditada salud mental, espiritual y moral. De modo que todos los candidatos, por respeto a sus electores, deberían presentar su certificado médico de salud mental, extendido por una institución de salud mental del más alto nivel del sector salud o universitario. Esta certificación altamente especializada libraría al país de algún precandidato con problemas psiquiátricos; v.gr.: psicosis, trastorno bipolar, personalidad paranoide, personalidad psicopática, inmadurez profunda de la personalidad o adicciones; trastornos celosamente ocultados y siempre negados cuando están presentes en un político.

Madurez

Es indispensable que el primer mandatario de la nación posea una personalidad madura. Así, el pueblo estará seguro que es una persona que tiene autonomía, autoestima, identidad, equilibrio emocional, flexibilidad, responsabilidad y sensatez, con manejo sabio de sus inteligencias múltiples: actitudinal, sensorial motora, emocional, intuitiva, creativa, artística y racional

Transparencia

La integridad es un valor que siempre debe estar ligado al quehacer político en bien de la sociedad. Un Presidente sincero con el pueblo garantiza una gestión gubernamental prístina, cumplimiento de sus compromisos y disposición a aclarar cualquier duda de los ciudadanos. Los peruanos tienen derecho a saber cómo se está gobernando el país y a solicitar información que la ley les faculta. El gobierno tiene que estar bajo control y fiscalización permanentes del pueblo. El elector debe descartar a los políticos camaleones, simuladores y a los que sólo buscan el usufructo personal, grupal y la servidumbre bien remunerada a favor de los lobbies.

Conciencia Democrática

Quien ejerce la primera magistratura de la nación debe ser un paradigma del más elevado civismo, militancia democrática, respeto a la voluntad popular, habilidad para propiciar el consenso, la conciliación y la concertación. Igualmente, debe ser impulsor de la institucionalidad fuerte y promotor infatigable del debate público, para educar al pueblo en la praxis de la vida cívica. Un Presidente democrático no busca enquistarse en el poder; por el contrario, propugna la alternancia en el gobierno. Su leitmotiv es el pensamiento latino: vox populi, vox dei.

El elector debe castigar drásticamente en las urnas a los políticos tránsfugas, a los mentores e instrumentadores de la abominable guerra sucia y de los funestos “operativos psicosociales”. Así mismo, debe hacerlo con aquellos que procuran ganar con mañas, artimañas y tinterilladas antes del acto electoral; a los que se roban los votos con mil y una argucias durante el conteo, mediante sus avezados personeros y a los diestros en ganar después del sufragio, en mesa, con la estratagema de la impugnación de actas, entre otras malas artes. Ellos, no son políticos ni demócratas; son pillos y truhanes que depredan la voluntad popular, esencia de la democracia.

Liderazgo

El Presidente de la nación debe poseer un ascendiente natural sobre el pueblo al cual orienta hacia metas superiores. Con su carisma, don de conductor y probado desprendimiento; se gana el respeto, la confianza y el reconocimiento de la opinión pública, al posibilitar la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, viabilizando sí la gobernabilidad del país.

Ejercicio del Poder

Ejercer el poder es mandar; tener dominio de los hechos y el control pleno de la situación. El político idóneo lo hace con firmeza, sabiduría, flexibilidad, humildad y sensibilidad; procurando siempre el mayor beneficio para el pueblo en la toma de decisiones. El gobernante prudente mide la fuerza de su poder manteniéndose equilibrado, sin caer en el despotismo, el nepotismo, el autoritarismo, el abuso ni en el usufructo personal o de clan. No cae en la patología del poder. Tiene clara conciencia de que el poder corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente.

Nivel de Estadista

El gobernante no sólo debe ejercer el poder con la autoridad que le da el cargo de Presidente. Requiere, además tener capacidad de trabajo en equipo: liderazgo inteligente, visión compartida, complementariedad, confianza, cohesión y toma de decisiones consensuadas.

La prudencia, la cordura, el juicio objetivo, la serenidad, la autocrítica y la reflexión prevalecen en todo momento durante el quehacer del Jefe de Estado, quien debe mantener el más sólido equilibrio emocional y sensatez en los momentos críticos y durante la toma de decisiones, muchas de las cuales definen el destino de la nación.

Un Presidente con sueños de grandeza para su pueblo, impulsa vigorosamente al país hacia el progreso y el desarrollo social. Como todo líder visionario, hace de su gestión una oportunidad para educar al pueblo en los ideales de la autorrealización triunfadora. La improvisación, la demagogia, el voluntarismo, el oportunismo y el aventurerismo sólo propician el desgobierno y el atraso social, en el cual el Perú se encuentra inmerso desde hace centurias. ¿Quo vadis Perú?

Compromiso Social

Ejercer el gobierno nacional demanda una alta sensibilidad social, desprendimiento personal, entrega a las causas e intereses superiores del país y disposición a afrontar prioritariamente los problemas de los sectores sociales de la pobreza y pobreza extrema (indigencia). El político auténtico está por encima de sí mismo.

Consecuencia

La actitud del presidente debe ser coherente antes y después de las elecciones. Esta consecuencia es fundamental para mantener inquebrantable la fe, confianza, respeto y expectativas de la ciudadanía en la gestión gubernamental. Se debe desterrar la figura del candidato con careta demagógica, que una vez que asume el poder se olvida de sus promesas y es ganado por la soberbia y el autoendiosamiento.

Vocación de Servicio

El Perú necesita un Presidente con conciencia clara que accede al máximo poder del Estado a servir al país y no a servirse de él. El Presidente debe ser altruista por antonomasia. El reclutamiento de clientela política, la obsoleta y perniciosa retórica demagógica, el irresponsable mensaje populista, la mendacidad, la codicia, el hambre de poder y el protagonismo histriónico deben ser detectados oportunamente y descalificados por los electores. Basta de clientelismo político que sólo buscan vivir del Estado sin trabajar y a costa del trabajo del pueblo.

Competitividad

Estar preparado en economía y ciencias políticas; así como ser profesional, tener maestrías, doctorados, ser políglota, estar bien informado, con dominio de la informática y poseer una vasta cultura superior, enriquecen sustantivamente la sapiencia del gobernante comprometido con su pueblo, para un desempeño eficiente en el marco de la sociedad del conocimiento.

Conocimiento del País y su Historia

Recorrer el país palmo a palmo, principalmente el Perú profundo, cuya problemática es desconocida precisamente por su aislamiento, califica al Jefe de Estado para aplicar una política de desarrollo nacional, con equidad y justicia social.

Estudiar la historia nacional y conocer con detenimiento el pasado del país, es indispensable en un gobernante. De esta manera, no cometerá los errores de otros ni hará sufrir al pueblo con sus desaciertos a causa de la desinformación e ignorancia.

Base Familiar Sólida

La familia es el principal sostén emocional, espiritual y social del ser humano. El Presidente debe formar parte de una familia bien integrada, moralmente intachable y altamente comprometida con las responsabilidades del jefe de Estado. Así, se evitan los problemas que acarrea la confianza depositada en un gobernante, cuyo entorno familiar es desajustado, patológico o desintegrado.

Entorno Sano

El Presidente siempre debe rodearse de un entorno de su mayor confianza pero acreditado, que lo ayude a gobernar con criterio de justicia, equidad y transparencia; sin egoísmo, codicia ni aprovechamiento ventajista. Su entorno de asesores debe ser eminentemente profesional, técnico y probo.

Los ayayeros, obsecuentes y serviles; se constituyen en los ojos y oídos del gobernante, bloquean su contacto con el pueblo, luego corrompen la gestión gubernamental y arruinan la imagen de su mentor.

Antecedentes de Probidad

Los antecedentes personales constituyen una invalorable carta de presentación ante el pueblo, que tiene pleno derecho a conocer cabalmente quién va a gobernar el país. Se debe desterrar el pernicioso pacto infame de callar o hablar a media voz. Nunca más se debe aceptar secretos sobre el origen natal y antecedentes personales de los gobernantes. Si no están dispuestos a brindar información sobre sus antecedentes biográficos, no tienen ningún derecho a solicitar el voto de los ciudadanos.

Saber Escuchar

Escuchar al pueblo es una valiosa actitud receptiva. La escucha activa por parte del gobernante democrático es una poderosa herramienta de comunicación con la ciudadanía. Un presidente sensible es todo oídos ante el pueblo. Así, se mantiene sintonizado con el sentir popular. No es saludable tolerar ni avalar la insensible política de oídos sordos.

Empatía

Tener la capacidad de ponerse en la situación de los demás, es una cualidad invalorable que permite al Presidente comprender el sufrimiento y las necesidades de la población, sobre todo, la menos favorecida económicamente: los pobres e indigentes; al igual que los niños, adultos mayores, discapacitados y las minorías excluidas.

Símbolo de Unidad Nacional

El Presidente democrático personifica a la nación. Representa a todos los peruanos y los une alrededor de la identidad nacional, la historia, el sentimiento nacional y el proyecto de desarrollo nacional a largo plazo. Es ajeno a la política de la fragmentación, polarización, intriga, manipulación, divisionismo, componenda, contubernio, cubileteo y confrontaciones sociales inducidas maquiavélicamente, mediante los operativos psicosociales o con malas artes.

Visión

Ser un país culto, democrático y desarrollado, líder en Latinoamérica.

Misión

La misión del Presidente del Perú en el quinquenio 2011-2016 debe ser:

· Iniciar la reestructuración del país desde sus raíces

· Priorizar la educación del pueblo

· Promover la salud mental y espiritual individual, familiar y social

· Incrementar la autoestima nacional

· Eliminar la reelección política

· Desarrollar la sociedad democrática

· Despolitizar y potenciar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional

· Desarrollar la institucionalidad fuerte

· Garantizar la prensa libre e independiente

· Suprimir toda forma de impunidad y lenidad

· Fiscalizar la gestión pública

· Combatir la corrupción

· Construir la integración nacional

· Crear conciencia de nación forjando una identidad nacional sólida y profunda

· Aplicar un proyecto de desarrollo nacional de largo aliento.

· Descentralizar y desconcentrar el Estado

· Regionalizar plenamente el país

· Impulsar el saneamiento moral del país

· Desarrollar la madurez de la sociedad peruana

· Generar fuentes de trabajo digno

· Combatir la pobreza y pobreza extrema

· Hacer respetar al Perú de los vecinos codiciosos

· Complementar competitividad con desarrollo humano

· Impulsar al Perú a convertirse en un país desarrollado

Colofón

La praxis de los principios, valores éticos y humanismo generan la imagen de un gobernante creíble, confiable, respetable y paradigmático. Un pueblo que se respeta a sí mismo, elimina la inicua impunidad; vale decir, pone fin a la nefasta política del “borrón y cuenta nueva”.

Lima, 22 de Noviembre de 2010.

Médico Psiquiatra. Experto en Adicciones. Doctor en Medicina. Prof. Principal de los Departamentos Académicos de Psiquiatría de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Asistente de la Dirección de Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Director de la Clínica Nizama, especializada en Adicciones. Torre de Consultorios Angloamericana. Consultorio 303. Alfredo Salazar 314. San Isidro. Telef. 4219939 anexo 430 ó 433 (a partir de las 4 pm.). Celular 999851684. E-mail: maniva@ terra.com.pe

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