
PIURA Mirando esta semana hacia atrás, no deja de impresionarnos cómo es que un común y corriente cambio de las redes de alcantarillado haya marcado la agenda de las preocupaciones noticiosas locales. Tampoco es que existan cosas más importantes que se estén haciendo en la ciudad sino que el conflicto anunciado atrae la expectativa de sus resultados.
Que un grupo de comerciantes, que mantienen invadidas las vías de circulación en los alrededores del concurrido mercado, sea capaz de impedir una obra de saneamiento es lo que hace notable una obra que ya quisieran muchos de los piuranos en sus calles.
Después de estas cosas, muy pocas otras trascienden por su importancia e interés hacia el ciudadano porque muchos voltean a mirar a las municipalidades o al gobierno regional como focos generadores de obras, acciones y decisiones que afectan a todos y que, por lo tanto, son noticia.
Sin embargo, la inercia parece haberse apoderado de ambas instituciones, que engordan con el ingreso de dinero del Tesoro Público mientras sus funcionarios son incapaces de proyectar y ejecutar obras. Culpan al papeleo y a las exigencias exigidas por el Estado para que el dinero no termine dilapidado o en los bolsillos de los corruptos.
Pero el desarrollo de una comunidad no depende sustancialmente de la inversión pública, que está políticamente dirigida a la Educación, Salud, carreteras y poco más. La parte más importante del desarrollo procede de la inversión privada, grande, mediana, pequeña o minúscula.
La inversión privada es la que crea los puestos de trabajo más estables y saludables, el trabajo que procede de la inversión de recursos públicos no reúne condiciones de calidad, está contaminado por la dependencia partidaria y se acaba cuando termina el gobierno de turno, por lo que casi siempre capta sólo depredadores.
Los puestos de trabajo que proceden de la inversión privada son más auténticos y políticamente correctos, sin embargo requieren un clima, unas condiciones particularmente estables para se produzca una explosión de iniciativas. Una de ellas es la seguridad y la confianza.
Hoy un alto costo para la empresa privada es la seguridad porque los únicos que no han entrado en aquella inercia de la que hablamos, es la delincuencia.
Las páginas policiales dan cuenta, día a día, de la abundancia de asaltos, robos, secuestros, etc., lo que convierte al delito en la ocupación "laboral", a la "iniciativa privada" más rentable del momento.
Es decir, mientras unos piuranos miramos al cielo esperando que llueva, cambie el clima, o nos ligue la tinka, hay unos ciudadanos sumamente activos quitándoles a otros lo poco que tienen. Este es el círculo vicioso de la vida de esta ciudad que, nos guste o no, se ve reflejado en las páginas de la prensa local. A ver cuándo nos atrevemos a romper el círculo.
Que un grupo de comerciantes, que mantienen invadidas las vías de circulación en los alrededores del concurrido mercado, sea capaz de impedir una obra de saneamiento es lo que hace notable una obra que ya quisieran muchos de los piuranos en sus calles.
Después de estas cosas, muy pocas otras trascienden por su importancia e interés hacia el ciudadano porque muchos voltean a mirar a las municipalidades o al gobierno regional como focos generadores de obras, acciones y decisiones que afectan a todos y que, por lo tanto, son noticia.
Sin embargo, la inercia parece haberse apoderado de ambas instituciones, que engordan con el ingreso de dinero del Tesoro Público mientras sus funcionarios son incapaces de proyectar y ejecutar obras. Culpan al papeleo y a las exigencias exigidas por el Estado para que el dinero no termine dilapidado o en los bolsillos de los corruptos.
Pero el desarrollo de una comunidad no depende sustancialmente de la inversión pública, que está políticamente dirigida a la Educación, Salud, carreteras y poco más. La parte más importante del desarrollo procede de la inversión privada, grande, mediana, pequeña o minúscula.
La inversión privada es la que crea los puestos de trabajo más estables y saludables, el trabajo que procede de la inversión de recursos públicos no reúne condiciones de calidad, está contaminado por la dependencia partidaria y se acaba cuando termina el gobierno de turno, por lo que casi siempre capta sólo depredadores.
Los puestos de trabajo que proceden de la inversión privada son más auténticos y políticamente correctos, sin embargo requieren un clima, unas condiciones particularmente estables para se produzca una explosión de iniciativas. Una de ellas es la seguridad y la confianza.
Hoy un alto costo para la empresa privada es la seguridad porque los únicos que no han entrado en aquella inercia de la que hablamos, es la delincuencia.
Las páginas policiales dan cuenta, día a día, de la abundancia de asaltos, robos, secuestros, etc., lo que convierte al delito en la ocupación "laboral", a la "iniciativa privada" más rentable del momento.
Es decir, mientras unos piuranos miramos al cielo esperando que llueva, cambie el clima, o nos ligue la tinka, hay unos ciudadanos sumamente activos quitándoles a otros lo poco que tienen. Este es el círculo vicioso de la vida de esta ciudad que, nos guste o no, se ve reflejado en las páginas de la prensa local. A ver cuándo nos atrevemos a romper el círculo.
Rolando Rodrich Sarango
COLUMNISTA
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